Esta historia empezó subiendo uno de esos cortafuegos infinitos. Chema me alcanzó por detrás, me adelantó y cuando miró hacia atrás para darme ánimos, vi que le cambió la cara, que penita que tuve que darle, fue ahí donde él me dijo; “no te preocupes, no voy a dejarte sola, me voy a quedar contigo”.
Yo ya ni podía articular palabra, me habían fallado las fuerzas físicas, mentalmente y lo peor es que sentía que me había fallado a mí misma y a alguien más. Se me partía el corazón de pensar que solo quería rendirme en ese momento, pero ahí estaba Chema, parecía que alguien me lo había puesto ahí para mí.
Físicamente no me encontraba fuerte y mentalmente estaba triste porque había perdido a mi madre justo un mes antes. Era la primera carrera que corría desde que se fue y quería dedicársela a ella, pero hasta ese momento parecía que no lo iba a poder conseguir. Ahora entiendo el porqué, me esperaba algo mejor.
Dicen que las cosas pasan por algo, yo antes no creía mucho en eso, pero ahora sí, lo que realmente tenía que pasar en Alameda Trail era conocer a Chema. Fue mi ángel de la guarda que decidió quedarse conmigo y no dejarme sola en unos momentos donde ya sólo sufría. Creo que mi madre hizo que nuestras vidas se cruzaran ese día para que me vinieran cosas mejores, como por ejemplo, ¡la bonita amistad de Chema!
Ahora somos súper buenos amigos; no paramos de apuntarnos a todas las carreras y de motivarnos para todas nuestras locuras deportivas. Y todo eso gracias a vosotros.
PD: Y perdón por llegar de los últimos, que nos tuvisteis que esperar. Eso sí, nos recibisteis con muchísimo cariño y para nosotros ese aplauso final fue como si hubiéramos ganado la carrera.
¡Mil gracias!
Un fuerte abrazo,
Blanca y Chema.
Carmen Ballesteros
Javier
alamedatrail